30 de marzo de 2017
Una evolución; pero una infernal evolución
“Íbamos en cabeza a más de 150 mph. El polvo y la gravilla que
dejábamos atrás cegaban al resto de pilotos. Rueda con rueda las chispas
saltaban cada vez que las llantas se rozaban. El segundo puesto no era una
opción. De repente un calor abrasador anticipó la aparición de un gigantesco
aro de fuego ante nosotros. No sabía lo que era pero una fuerza diabólica me
atraía hacia él. Quería dejarme corromper por aquel poder del infierno. Di un
volantazo y aprovechando un desnivel del circuito salté atravesando aquello. En
las décimas de segundo que tardé en cruzarlo todo cambió. Nunca volví a ser el
mismo ¡y mi coche tampoco!"
¡Corre, Dispara, gana!
No hay comentarios:
Publicar un comentario